77 años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial los viejos fantasmas del sangriento siglo pasado vuelven a cobrar vida. La sociedad europea actual mira con incredulidad a una Rusia que recuerda a otros tiempos, que tiene por líder a un déspota que ha elegido el peor de los destinos posibles para Ucrania, y a la vez, para su propio pueblo.
Esta semana tan triste me veo obligado a escribir sobre este conflicto, en el que haré un breve repaso sobre los acontecimientos más relevantes que han llevado a esta situación.
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Con la caída de la URSS, cae también los dos grandes bloques hegemónicos que conformaban el mundo. Este acontecimiento modificó el orden mundial de poderes y permitió a los EEUU vivir un periodo único en la historia del mundo: ser la primera potencia sin tener ningún enemigo que pudiera hacerle frente. Este hecho acabó convirtiendo a los EEUU en la «policía del mundo», pudiendo hacer y deshacer a su antojo. Recordemos que antes del año 2000 ni China ni Rusia eran relevantes en tablero geoestratégico, ni tampoco en el económico. Eran dos países en vías de desarrollo.
Esta situación de poder cambia con la llegada del nuevo siglo. En el que la economía de China entra en una fase de auge económico espectacular, llegándose a convertir en la segunda potencia más grande del mundo. Rusia por su parte, consigue hacer crecer su economía hasta llegar a ser la doceava potencia por PIB. El siglo XXI es la etapa política de Vladimir Putin que lleva, hasta la fecha, 22 años en el poder, siendo el director de la agencia de inteligencia rusa (FSB) su último cargo no político.
La geoestrategia mundial que mantiene a EEUU sin enemigos que pongan límites a sus intereses cambia con la guerra de Siria en el año 2011. Esta fue la primera vez que Rusia se impone desde la caída de la URSS mostrando su apoyo al régimen de Bashar al-Ásad.
Siria es un enclave estratégico para los rusos puesto que mantiene la única base militar internacional que les queda. El conflicto sirio, que no ha terminado aún y que no ha llegado a ser fructuosa para los intereses estadounidenses, supuso el primer desencuentro entre las dos potencias desde la guerra fría.
Pero lo peor estaba por llegar y sucede dos años más tarde con la entrada en Ucrania de un gobierno proeuropeo, que sueña con seguir el mismo camino que otras exrepúblicas: entrar en la Unión Europea y previsiblemente también en la OTAN.
el euromaidán y la guerra en ucrania
En el año 2013 se crea un movimiento social a favor de la Unión Europea llamado Euromaidán. Este movimiento desata la ira del Kremlin que lo interpreta como una amenaza muy seria para sus intereses.
Este conflicto acaba con el gobierno proeuropeo y con una acción por parte de Moscú sin precedentes: la anexión de Crimea y Sebastopol. Esta agresión a la soberanía de Ucrania queda sin respuesta. Todos los países enmudecen. Aquellos barros son los lodos en los que nos vemos atrapados ahora. A partir de ese momento otros territorios ucranianos cercanos a Rusia se rebelan, y quedan fuera del control del gobierno Ucrania, iniciándose una guerra aún no resuelta, para independizarse del país.
Rusia ayuda proveyendo de armamento a las milicias prorrusas de estos territorios. Un trágico ejemplo de ello es el vuelo 17 de Malaysia Airlines que fue derribado por un misil ruso disparado por un grupo de insurgentes prorrusos cerca de la ciudad de Donetsk.
En este terrible ataque perdieron la vida 298 inocentes que volaban desde Ámsterdam hasta Kuala Lumpur, y que nada tenían que ver con este conflicto. Este desastre demostró que Rusia estaba ayudando con armamento militar avanzado a los grupos insurgentes de estas regiones.
Estos acontecimientos fueron investigados por una comisión internacional donde se determinó la causa del accidente. Y pese a haber determinado la ubicación del disparo, la causa, el tipo de misil y los hechos acontecidos que llevaron a la destrucción del avión, no ha habido hasta la fecha ninguna sanción a las personas que derribaron el avión.
A partir de este conflicto Rusia entiende que tiene la fortaleza suficiente para emprender más acciones contra Ucrania, y urde un plan a futuro que no se conocería hasta ahora.
una invasión premeditada
Al comienzo de este año Putin, con la ayuda de Bielorrusia, despliega hasta 150.000 efectivos militares en la frontera con Ucrania. Suenan entonces las primeras alarmas dentro de la OTAN que informa de que Rusia podría intentar invadir Ucrania.
A finales de enero, una conversación filtrada a la prensa de un vicealmirante alemán indica que Putin lo único que quiere es respeto. Este detalle nos deja una lectura del pensamiento interno del bloque occidental: no creen que se trate de una invasión, sino, una muestra de fuerza para conseguir ventajas internacionalmente.
Esto deja claro que en el bloque occidental no se esperaban la invasión y que no tenían conocimiento fidedigno de los planes que el Kremlin había estado preparando para la invasión de Ucrania.
El discurso del día 23 de febrero, un día antes de la invasión a Ucrania, Putin se dirige a la nación rusa por televisión y deja a todos estupefactos con un discurso digno de la época de los Tzar; en el que indica, principalmente, que no deberían haber dejado que se independizaran las antiguas repúblicas soviéticas, que reconocen la independencia y soberanía de Donetsk y Lugansk, que Rusia está amenazada y que no han tenido otra opción que esta vía.
Este discurso dejó claro que las intenciones del gobierno ruso van más allá de Ucrania y han puesto en alerta a países como Estonia, Letonia y Lituania.
Sin duda el señor Putin tiene razón y es que la Rusia de hoy está amenazada; solo ha omitido un pequeño detalle, que la amenaza para Rusia es el propio Putin y su gobierno.
Al día siguiente comienza la guerra con Ucrania atacándola por varios frentes y destruyendo con misiles de crucero infraestructuras críticas. El objetivo militar es parecido al que ya aplicaron en Georgia; pretenden conquistar rápidamente la capital, Kiev, y derrocar al gobierno actual para hacer así con el control del país rápidamente. Geográficamente los ucranianos no pueden estar peor situados, puesto que su orografía es llana y su capital se encuentra por carretera a sólo 188 kilómetros de la frontera con Bielorrusia.
La respuesta occidental ha sido en forma de sanciones por parte de EEUU, Canadá, Reino Unido y la UE principalmente. Pero no nos engañemos, han sido tibias.
Parece que, a pesar de la brutalidad de la agresión rusa, la UE y concretamente Alemania, no pueden deshacerse del gas ruso del que tanto dependen. El plan de cerrar las nucleares pensando que Rusia sería un socio fiable ha sido demasiado optimista por parte del gobierno alemán. Y ahora la UE tiene mucho que perder si quiere herir de verdad a Rusia. Además, no seamos ingenuos. Este plan de invasión ya contaba con las sanciones que se han impuesto. Rusia lleva desde el año 2015 firmando acuerdos con China en materia económica. Con el objetivo de conseguir un fuerte respaldo financiero a cambio de materias primas.
Y aunque el nombre del país genera una imagen de fortaleza, la realidad es que Rusia que tiene un PIB superior al de España e inferior al de Italia, y no puede mantener una guerra muy larga sin financiación externa; puesto que la principal fuente de ingresos de este país reside en la venta de minerales y otras materias primas que suponen más de un 80% de sus exportaciones.
Esto nos hacer ver que Rusia no exporta productos manufacturados como coches, aviones, ordenadores, material textil, etc. Ellos juegan con la dependencia energética europea, pero saben que son dependientes de todo tipo de productos tecnológicos, industriales y de servicios.
«aunque el nombre del país genera una imagen de fortaleza, la realidad es que Rusia que tiene un PIB superior al de España e inferior al de Italia, y no puede mantener una guerra muy larga sin financiación externa»
Por lo tanto, si han iniciado esta guerra es porque están respaldados financieramente por terceros para no perderla. Pensar que esta invasión ha sido un impulso de última hora y que se podía haber evitado es un error. Ha sido un plan premeditado, con tiempo, y han previsto las posibles represalias por parte de occidente.
una guerra que destruye la convivencia europea
A pesar de toda la sombra de duda que rodea al gobierno ruso respecto al intento de envenenamiento del líder de la oposición, Alexei Navalny, con un agente nervioso (Novichok). A pesar del envenenamiento de Aleksandr Litvinenko, con Polonio-210. Y a pesar del trato a las protestas en el país con mano de hierro. Putin podría haberse jubilado siendo el líder, para sus seguidores, que hizo remontar a una Rusia hecha cenizas por la disolución de la URSS.
Sin embargo, ha escogido el camino de la destrucción, la sangre y el odio; frente a la diplomacia y la prosperidad económica. Lo que le ha convertido de facto en una persona que no ha aportado nada a la humanidad, puesto que dejará el mundo peor que como lo encontró él hace 22 años. La sombra de esta guerra será tan grande que oscurecerá todos sus logros.
Parece que tanto él como su gobierno no han entendido que este tipo de beligerancia ya no tiene cabida en la sociedad actual. Y que no hay ninguna persona que no pueda defender ahora, que exista una respuesta ante una agresión injustificada y tan asimétrica entre la segunda potencia militar del mundo, que es Rusia, y una pobre Ucrania que apenas puede defenderse. Es David contra Goliat.
La fabricación de un «casus belli» incoherente y su rápida llegada a Kiev, han demostrado al mundo las verdaderas intenciones que ha tenido el gobierno ruso desde el principio, dando la razón a sus adversarios: es un intento de lograr satisfacer la vetusta ilusión de crear un nuevo imperio ruso, que ya no tiene lugar en el mundo.
China que previsiblemente iba a apoyar a Rusia, se ha puesto de perfil y de momento parece no estar interesada en apoyar un conflicto en Europa generado con una narrativa tan inconsistente, que solo ha conseguido convencer a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán y Siria, además de sus aliados tradicionales por la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) que son: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.
No sabemos cómo acabará este conflicto ni de qué forma cambiará el mundo. Ni tampoco los eventos derivados que pueden darse por mantener ocupados a EEUU y Rusia. Pero una cosa es segura, el mundo tal y como lo conocemos ya ha cambiado.
Tecnógrafos 