Ya hace más de un mes del lanzamiento de Windows 11, el nuevo sistema operativo de Microsoft, con el que pretende sustituir en un margen de cuatro años al veterano Windows 10 que tantas alegrías le ha dado. Una puesta en escena inesperada y rápida, algo a lo que Microsoft no nos tiene acostumbrados. Repasemos un poco el pasado para entender este nuevo presente.
Windows 10 lleva con nosotros 6 años y 12 versiones distintas, dos por año. En sus inicios Microsoft aseguraba que sería el último Windows que íbamos a conocer, ya que el plan inicial era introducir cambios indefinidamente, algo parecido a lo que hacía Apple con Mac OS. Recordemos que, hasta ese momento, el ciclo de vida de Windows era sacar un sistema operativo y mantenerlo hasta el final. Y cuando se sacaba una versión nueva de Windows, ésta iba cargada de novedades y se podía diferenciar claramente de la anterior puesto que el cambio visual era muy notorio.


Con el lanzamiento de Windows 10 Microsoft decide cambiar su estrategia y adoptar el ciclo de vida de Mac OS: ir introduciendo pequeños cambios poco a poco, en vez de sacar cada cinco años una nueva versión con muchísimos cambios de golpe. O eso era la idea al menos que tenían por aquel ya lejano 2015.
El año pasado, 2020, Apple decidió terminar la rama de versiones 10.XX y sacar después de casi veinte años la versión 11 de Mac OS. Este cambio hizo reflexionar a Microsoft y decidió copiarle la estrategia, y el dígito, puesto que en el verano de este 2021 decidió anunciar el lanzamiento en diciembre de la versión RTM (Release To Manufacturing) de un nuevo sistema operativo: Windows 11.
Y no, no me he equivocado: lanzar Windows 11 en diciembre, algo que como ya has intuido no se ha cumplido puesto que la versión final ha sido lanzada ¡en octubre! Te preguntarás por qué se han aventurado a precipitarse en su lanzamiento… ¿estaría acaso la versión muy pulida? Y es que rara vez verás que algún lanzamiento se realiza antes de lo previsto sin alguna razón. No hay versión oficial sobre esto, la han lanzado y ya está. Mi opinión es que a Microsoft no le ha gustado la filtración que tuvieron de Windows 11 pocos días antes del anuncio. Y como vimos todos la versión beta de Windows 11, decidieron hacerla pública en octubre.
El lanzamiento en octubre nos asombró a todos y la comunidad en general ha acogido con entusiasmo el nuevo sistema. Todos estábamos deseando probarlo, pero las primeras noticias no eran buenas. Una parte de los usuarios comentaban la primera semana del lanzamiento problemas de rendimiento.

Y es aquí donde viene el primer fallo: si tenías un procesador AMD Ryzen, comenzabas con problemas. Con dos problemas, mejor dicho. El primero era la gestión de la memoria caché de tercer nivel, en la que Microsoft tuvo que sacar un parche para solucionarlo KB5006746 (OS Build 22000.282). Y el segundo fallo viene corregido por parte de AMD y es que había problemas en el software del chipset a la hora de escoger el procesador favorito. Este último problema se soluciona descargando el parche del chipset que ha preparado AMD en su versión version 3.10.08.506.
Problemas resueltos. Ojalá, pero la cosa no acaba ahí. Poco después conocimos que algunas aplicaciones incluidas en el sistema operativo dejaron de funcionar de repente debido, esta vez, a un despiste: se había caducado un certificado interno. También está solucionado.
Pero el siguiente problema es el más reciente y aún no tiene solución y es que algunos usuarios están experimentando bloqueos y consumos excesivos de memoria con el explorador de Windows. Parece que hay algún tipo de memory leak que hace que el explorador consuma memoria RAM de forma excesiva. Este problema hace que la interfaz de Windows se note poco fluida en algunas circunstancias como subir el volumen o el uso de aplicaciones que requieran WinUI.
Microsoft por su parte ha reconocido el problema sin publicarlo en su lista de incidencias, pero ha prometido mejorar el rendimiento de Windows 11 para 2022.
Mi recomendación personal tecnógrafos es que, si os sentís curiosos, aventureros e intrépidos, adelante con la instalación. Pero si, por el contrario, queréis estabilidad y no tener problemas, seguid con Windows 10 que lleva 6 años de éxito y va a tener soporte al menos hasta 2025.